Me vais a permitir el título del
post, sufridos lectores (o esperadores, mejor).
Igual es una palabra no apta para
ojos sensibles o no es políticamente correcta, pero es que me he
sentado aquí para hablar de Abidal y os juro que no se me ocurre
otra, por más que la busque.
No encuentro otra palabra para
definir algo tan grande.
La fuerza, el pundonor, la voluntad, la
lucha que ha puesto Abidal frente a una enfermedad muy hijaputa,
contra su propio cuerpo, para volver a su profesión es algo que se
escapa de palabras y va directamente a los cojones de Abidal, sin
más.
Hay que tenerlos como el caballo de Espartero para salir
adelante y plantar cara, para ponerte a entrenar al más alto nivel
deportivo después de un trasplante de hígado y de tratamientos...
Después de todo lo que supone un cáncer en tu cuerpo. Cojones. O
cullons, que dirán sus compañeros.
Ya volveré otro día y prometo no
herir sensibilidades, pero hoy, tengo que insistir.
Abidal tiene los
cojones bien puestos.
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